Ésta es una cita que escuché hace poco de un delincuente de la prisión de Cherry Street, y vaya, qué cierta es no sólo para su vida, sino que puede serlo para la vida de cualquiera. A menudo nos encontramos persiguiendo esperanzas y sueños que nos llevan a mirar más allá de nuestra vida actual, que ya está llena de bendiciones. Nos esforzamos por tener casas más grandes, coches más bonitos y más dinero y, sin embargo, más no siempre es mejor. Tal y como explicó este delincuente más adelante, perseguía un estilo de vida de drogas y dinero, pero eso le envió a la cárcel y no más arriba en la escala del éxito como había planeado en un principio.

Me encuentro escuchando a menudo cuando los hombres de la prisión visitan la Capilla para hablar con el Capellán, solicitar información para nuestro próximo programa de clases, o incluso pedir una tarjeta de felicitación, puede ser una súplica de un simple oído atento. A menudo oyes su historia de lucha por las posesiones mundanas, que les ha llevado a cumplir penas de prisión. ¿Por qué nos esforzamos por conseguir más de lo que tenemos delante? El don del amor de Dios nos fue dado gratuitamente a cada uno de nosotros. Si vamos más despacio y escuchamos a Dios, podremos oír mucho más a cámara lenta. Podemos oírle decir que con Él tenemos todo lo que realmente necesitamos, sin las maravillas extravagantes del mundo material.

“Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón”. Jeremías 29:13

Rezo esta oración a menudo: “Por favor, Dios, ralentiza mi ritmo para disfrutar de la vida que me has dado y de las maravillas de una vida que tengo contigo. Amén”.

Brooke Stultz, Asistente Administrativa de la FJPM