Durante la Cuaresma, los Ministerios de Prisiones y Cárceles de Forsyth se han centrado en el tema del perdón en todos nuestros servicios religiosos, tanto en la prisión como en la cárcel. Gracias a la generosidad de nuestros donantes y simpatizantes, pudimos comprar un ejemplar del libro de Marjorie J. Thompson El perdón: A Lenten Study de Marjorie J. Thompson. Más de 600 reclusos recibieron un ejemplar del libro y se unieron a nosotros en nuestro estudio sobre el perdón.

Cada semana, un capellán dirigió una breve devoción en los tres servicios de la cárcel sobre el perdón, basada en uno de los seis capítulos del libro. Además, otro capellán elaboró un sermón entero sobre el perdón para el servicio vespertino de la prisión. A lo largo de las seis semanas de Cuaresma, experimentamos momentos de perdón profundamente sanadores, a medida que los hombres y las mujeres se enfrentaban a su propia necesidad de perdón (de Dios, de los demás y de sí mismos), así como a su necesidad de perdonar a quienes les habían hecho daño.

Un domingo por la noche tuve el privilegio de compartir un mensaje titulado “La libertad del perdón”, basado en la parábola de Jesús sobre el siervo que no perdona, en Mateo 18. Desafié a los casi 100 hombres reunidos en la capilla aquella tarde con la constatación de que las personas PERDONADAS deben ser personas PERDONADORAS. Los que hemos experimentado el perdón de Cristo tenemos la responsabilidad de ofrecer el perdón a los demás y, al hacerlo, nos liberamos de la prisión de la amargura.

Al final del mensaje, tuvo lugar algo hermoso y sin guión. Uno de los voluntarios que había venido a cantar con el coro de la iglesia visitante aquella tarde se levantó para compartir su testimonio. Habló de su familia y contó que una de sus hijas había muerto atropellada por un conductor ebrio, a menos de cinco kilómetros de su casa. También compartió que, tras muchas oraciones y conversaciones, su familia acordó perdonar al hombre responsable de la muerte de su hija. Incluso se reunieron con él durante el juicio para hacerle partícipe de su perdón. Desde entonces, la familia se mantiene en contacto con el asesino de su hija mientras cumple condena, y le escriben todas las Navidades.

¿Te imaginas la poderosa presencia del Espíritu Santo cuando este voluntario, de pie en la capilla de una prisión, rodeado de reclusos, compartió su historia de cómo perdonó al recluso que acabó con la vida de su hija? Fue un momento impactante para todos los presentes, ¡incluido el capellán! Sin embargo, antes de que los hombres pudieran reunir una ronda de aplausos por esta monumental historia de perdón, el voluntario les detuvo y dijo: “A menudo me preguntan cómo es que podemos perdonar al asesino de nuestra hija, ¡y mi respuesta es que es sólo a través del poder de Jesucristo!”

Este hombre, y su familia, fueron la epístola viviente que hizo que las palabras de Jesús y mi sermón salieran de la página y llegaran a los corazones y las mentes de los hombres. Son un verdadero ejemplo de la libertad que se consigue a través del perdón, y sé que su ejemplo ayudó a liberar a algunos hombres que todavía están en prisión.

-Capellán Tejado Hanchell